
Comencé a cantar a los tres años en la cocina de casa con la mano del almirez como micrófono. Aquel fue el primer directo, junto a mi madre, que cantaba siempre durante las tareas del hogar y me enseñó a hacer con ella voces maravillosas. Mil veces tuve que oír aquello de
"quien come y canta algún sentido le falta" pero insistí hasta que el destino puso en mis manos a la mejor profesora de lírico,
Luisa Aguayo, con la que estudié unos diez años y a la que aún acudo para mantenerme en forma.
Entonces apareció el jazz en mi vida y me di cuenta de que era la música que quería cantar porque con ella me sentía completa. Recibí clases de la gran
Amelia Bernet, Connie Philips y
Paula Blass, asistí a seminarios especializados en San Sebastián y Zarautz y participé en algunos combos con grandes músicos.
Ahora canto en la Big Band Gredos San Diego, estudio piano y sigo recibiendo y dando clases de voz. De nuevo el destino me hizo un regalo maravilloso cuando cruzó en mi camino a Fernando, María y Ricardo; juntos formamos La Gata. Con ella nos divertimos creando versiones propias y aunque los maullidos suenen algo jazzeros, buscamos un sonido personal.
Te invito a que nos conozcas y nos des tu opinión.